Galileo Galilei (nació en Pisa, 15 de febrero de 1564 y falleció en Florencia el 8 de enero de 1642) por muchos, considerado el fundador de la ciencia moderna.
Galileo, que nació en Pisa cuando ésta pertenecía al Gran Ducado de Toscana, fue el mayor de sus siete hermanos y fue hijo de un músico y matemático florentino llamado Vincenzo Galilei, que quería que su hijo mayor estudiase medicina. Los Galilei, que eran una familia de la baja nobleza y se ganaban la vida gracias al comercio, se encargaron de la educación de Galileo hasta los 10 años, edad a la que pasó a cargo de un vecino religioso llamado Jacobo Borhini cuando sus padres se trasladaron a Florencia. Por mediación de este, el pequeño Galileo accedió al convento de Santa María de Vallombrosa (Florencia) y recibió una formación más religiosa que le llevó a plantearse unirse a la vida religiosa, algo que a su padre le disgustó. Por eso, Vincenzo Galileo -un señor bastante escéptico- aprovechó una infección en el ojo que padecía su hijo para sacarle del convento alegando "falta de cuidados". Dos años más tarde, Galileo fue inscrito por su padre en la Universidad de Pisa, donde estudió Medicina, Filosofía y Matemáticas.
Después de haber vivido en pleno Renacimiento, Galileo se va a rebelar contra el aristotelismo escolástico. Como muestra Koyré, la importancia dada por Galileo a las matemáticas proviene de una fuerte influencia platónica, que ya se había sentido en el antiguo Arquímedes. Desafiando a los dogmas de la Iglesia sobre la filosofía natural, basada principalmente en la autoridad indiscutible de Aristóteles, Galileo, estaba destinado a investigar directamente la naturaleza, basado en datos suministrados por los sentidos, es decir, la observación y la experiencia empírica. Por otro lado, consideró que, para observar la naturaleza, era necesario conocer el idioma en que fue escrito el «Gran Libro del Mundo»: la matemática. Es precisamente la combinación de estos dos factores, a saber, la experiencia y la apreciación de las matemáticas, que Galileo se convierte en fundador del método experimental y, por tanto, crea una nueva actitud hacia la ciencia.
De hecho, Galileo considera las matemáticas como una herramienta para lograr una mayor seguridad a su propia lógica. Así, afirmó que todo debe ser medido, puede ser medido y convertido medible lo que no se puede medir. Cuando una relación matemática se puede encontrar en la naturaleza, lo aceptan como correcto y se trataba de desmentir cualquier declaración que con ella tuviera algún conflicto.
Las discrepancias entre las relaciones matemáticas y eventos físicos se atribuyeron siempre a causas subjetivas, derivadas de los errores cometidos por los investigadores. En ninguna parte de Galileo se aceptó que el equilibrio entre la naturaleza y las matemáticas podría ser puesto en causa. Esto significa que Galileo no adoptó la visión platónica según la cual nuestro mundo es una copia deformada del mundo idea”. Por el contrario, la expresión matemática de la naturaleza era la correcta. La matematización de la obra real podía comenzar.
Galileo: un investigador incansable
Galileo es sin duda un gran matemático. Las ideas de sus problemas matemáticos puros eran bastante únicos, como se desprende de su observación «ni el número de cuadrados es menor que la totalidad de los números, ni el último es mayor que el primero». Esta defensa del infinito actual (sostenida por Salviati, en Discursos) fue dirigida deliberadamente contra las posiciones aristotélica y escolástica (representadas por Simplicio).
No piense, sin embargo, que Galileo fue un matemático puro. Muchos de sus escritos, correspondencia, apuntes y libros nos dan una visión de un Galileo que también fue investigador. Como tal, cambiaba su opinión utilizando la experimentación para criticar y desmantelar teorías, usando la teoría como fuente de indagación hacia la verdad. Sus estudios de inteligencia deslumbrante se mantuvieron durante más de 50 años, incluso después de ciego.
Un problema para Galileo
Un día, Galileo ya en Arcetri, en su retiro, un individuo se acercó a él para ponerle el siguiente problema: habiendo abierto un pozo muy profundo, en el jardín, no consigue que el agua suba por encima de los diez metros y 30, pues a partir de esa altura la bomba deja de aspirar agua.
Galileo se siente intrigado, porque el agua debería seguir el émbolo de la bomba aspiradora como si a ella se adhiriese, para no permitir la creación del vacío, contrario a lo que se creía sobre las leyes de las naturaleza. Pero, si el agua no ascendía era porque, de hecho, se creaba un espacio de vacío de agua y de aire.
Después de mucho pensar en el problema, Galileo encontró una solución que expone los Diálogos en 1638: una cuerda sujeta por la extremidad superior puede partir por su propio peso, si es muy larga, lo mismo debe haber sucedido a esta «cuerda de agua» que se rompe cuando su altura se vuelve muy pesada.
A partir de esta conclusión de Galileo, Torricelli y Pascal desarrollaron una serie de experimentos que condujeron al descubrimiento de la presión atmosférica y la invención del barómetro.